domingo, 24 de junio de 2012

AMOR TRIDIMENSIONAL

Una Opera d´amore en tres actos


 Epílogo

A veces, bruscamente, cae el telón, y la brisa suave de mis lugares secretos se desvanece entre las tosquedades abruptas del realismo. El pañuelo de satín se desgarra de un zarpazo preñado de urgencias. Un huracán espeso como la pegajosa miel me devuelve de repente al segundo escenario sin piedad. O al primero. Y soy como una mosca embistiendo a la ventana que ofrece otra posibilidad, tan asequible en apariencia como cruel cuando intento atravesarla. El denso cristal me ofrece un muro sólido y sórdido construido con el más eficaz de los materiales, la transparencia. Y divago interminablemente, sin suerte alguna de solución, por un laberinto inacabable que sólo ofrece tres puertas, las tres puertas que desembocan en los tres actos en los que se escenifica mi amor. Y me siento atrapado en mi propio sentimiento. Esclavizado sin remedio en un dédalo de corredores que me devuelven con sus impasibles espejos, la patética imagen del que quiso conocer el más elevado de los amores. Quise y quiero ver el amor. Declaro que deseo conocer la verdad del amor. Me confieso culpable de todos los errores, y mi última voluntad, la que precede a mi ejecución, la postrer mirada antes del beso de la muerte, antes de que ya nada sea, es que me mostréis el auténtico rostro del amor.

"Kokoschaka"
Lo busqué en la forma, en el cuerpo, en la acción, en los gestos, en la vida derramada en los hábitos, en las palabras y las maneras, en miradas y ademanes, en anhelos y quereres secretos en una intimidad sin código de acceso. He hollado todos los caminos registrados en los mapas de mi existencia, invadido todos los reinos. Cansado por un inútil peregrinaje, me rindo. Sea lo que sea el amor, que permanezca oculto a mi consciencia si esa es su voluntad. Desisto y desespero. Renuncio.
Abandono, pues, en este punto, la empresa que ha durado toda una vida, la excusa de mi minúscula historia personal que a nadie interesa y quizá nunca se comparta. Deserto de esta mi última cruzada.

Te busqué aventurándome en tu cuerpo. Indagando en cada pliegue, sorbiendo cada rincón. Bebiéndomelo poro a poro. Entrando al fondo hasta desfondarme. Te busqué y no te hallé en esa geografía que me arrebató la cordura. Que me arrastró en su torrente de emociones incontrolables que desembocó en una ausencia desnuda de ti… y de mí.

Divagué en la forma. Escudriñé en las maneras, modos y aspectos, circunspecto. Me enredé en ti sin apreciarte en esa madeja que se hila en torno a los actos, sin hebra de principio y sin asomo de conclusión.

Me extravié en mis veleidades interiores, arremetiendo a veces con más pasión que contra tu cuerpo. Se me levantaron mis fantasmas de colores, suscitando un corolario de emociones si cabe aún más amplio que las del primer acto. Lo vi todo, hijo de la aventura y la experiencia. Mis pasos cubrieron todas las pistas. Mi sombra, tal vez, apagó más de una luz.

Ahora veo claro que buscándote, amor, me perdí a mi mismo. Que abriendo los ojos hasta desorbitarlos, me cegué y tuve que entornarlos, y en esa oscuridad, navegué a la deriva, empujado por los vientos de mi imaginario íntimo.

En este momento, cuando la carne baja a los subsuelos de la materia, y la mente apaga el sabroso cebo de sus luminarias, empiezo a mirar más alto desde mi rendición.

Se me ocurre -¡me viene!- al contemplar tus curvas aplastadas contra el colchón flex, y tu pelo enredado deshilachándose hasta la boca entreabierta que babea sin compostura, que tal vez tú hayas emprendido el mismo viaje. Acaso habrás asistido alguna madrugada al mismo drama en tres actos en pos del amor. Puede que hayas estado mirando y viendo una y mil veces lo mismo que yo esta noche, y la otra noche, y la otra de antaño. Un antaño que no sabemos cuando empezó, pero que se presentó deslizándose con la excusa de nuestra relación.

Yo, que me creí cazador de una esencia, aventurero de lo extraordinario en lo ordinario, tal vez sea la víctima también de tus reflexiones en esas horas robadas al sueño, a la vigilia o la costumbre.

"Hopper"
Es chocante caer en la cuenta de que quizá hayamos viajado en el mismo tren, ¿por qué no? en el mismo compartimento, creyendo sentir que el otro dormía a nuestros desvelos, a nuestra mirada que indagaba en el paisaje fugaz a través de la ventana. Nos estábamos buscando el uno en el otro sin la más mínima complicidad por nuestra parte. ¡Qué fácil habría sido colaborar en nuestras búsquedas! ¡Aunar fuerzas para no buscar el amor en el otro a pesar de él! ¡Qué paradoja! Veo que puede que haya sido como buscar un bosque entre los árboles, el blancor debajo del manto de la nieve, el azul más allá del cielo. Pero yo he mirado en tus ojos, me he asomado a ellos, y no he apreciado nada de esto. Claro que tal vez tú te hayas también hecho esta reflexión. Hemos querido ver el amor en el ser amado, y su apariencia nos lo ha ocultado, atino a afirmar. ¿Qué hemos estado mirando? ¿En qué empresa hemos invertido nuestros infinitos desvelos, los instantes todos de nuestras vidas que creímos unidas para siempre? ¿En qué hemos estado creyendo todo este tiempo?

Ahora lo veo. Veo que los dos hemos querido ver lo mismo mirando en la misma dirección, pero al contrario.

Mi reflexión va desbarrando un tanto más allá. ¡Cuántas miradas huecas en el metro, en las paradas de autobús, en el apresuramiento arrebatado de los pasos de cebra, en las inacabables colas de los supermercados! ¡Cuántas pupilas sin brillo, de pez muerto, habrán sondeado acaso estas tres dimensiones en sus existencias!

Mi exclusiva, de repente, estalla en mil corazones que vagan por los tres escenarios, amarrados por las mismas cadenas, movidos por los mismos hilos. Empujados por las mismas pasiones. Apagados por idénticos ardores. Atravesando, errantes, las tres dimensiones en las que habitan sus cuerpos, sus espíritus y sus pensamientos. Maestros canteros de sus propias íntimas creencias publicitadas y compartidas.

Un relámpago alumbra en mi consciencia sesgando mi reflexión egocéntrica. Da a luz un anhelo, el mismo, en todo. Cada ser puede que esté buscando en un prójimo el amor a través de su amor, pero también puede que su empresa no siempre resulte fácil al no ser correspondidos de la forma que, estiman, debería ser hecha efectiva. En cualquier caso, puedo constatar a través de mis registros, que siempre será una búsqueda en solitario. Puedo ver cientos de personas arrastrándose por el espacio vital de sus historias, circulando como hormigas en las avenidas de las ciudades, apretados, muy juntos, chocando, incluso, a veces, y no encontrando el objeto de sus aspiraciones. Sus vidas se cruzan y entrecruzan, se enlazan con cintas de acero, forjando una malla tan tupida como estúpida. Sin remisión. Sin luz. Sin fin. Confusos. Difusos. En busca de una identidad fuera de sí con el pretexto del amor. Un sentimiento que les impele a la búsqueda de ese amor allende sus dominios. 


"J. Ensor"
Seres que discurren y transcurren por los tres espacios –dimensiones- de sus dramas menores. Personas que arden fundiendo sus cuerpos con otros, y que retornan a la más irreprimible de las soledades cuando la lava enfría y cristaliza de nuevo en la distancia de la individualidad. ¡Cuántas independencias dependientes! ¡Pendientes, del hilo de una espada de Damocles, que oscila impertérrita sesgando las carnes en busca de autor! Separación –esclavitud- que busca rendirse a un amor que ni siquiera intuye y que ciegamente buscamos en los cuerpos, en las caricias, en los labios, en las palabras, en los rictus, en las actitudes y los hechos, en los encuentros, leyendo significados muy partidistas en un mundo imparcial, en los anhelos, en los pensamientos… ¡Un amor buscado hasta entre los sentimientos! En todo sitio otro que no seamos nosotros mismos. ¡Sí. Nosotros! Hemos dirigido nuestro experimento constatador en todas direcciones menos al punto del que parten las mismas. Un punto cero que no está en ningún sitio porque de él arrancan todos los caminos posibles. Un punto de inflexión que se dobla y ramifica en todos los sentidos. Un lugar determinado que no tiene localización alguna en la infinitud.

Nos hemos extraviado porque buscamos. Nos hemos desfondado porque hemos tocado todos los fondos posibles sin ver su trasfondo. Estamos exhaustos por intentarlo “sin parar”. Nos hemos cegado de tanto mirar. Tal vez se trate de nada. De nada otra cosa que tú mismo. Quizá buscamos –exigimos- allende nosotros, lo que somos. Puede que estemos queriendo ver fuera lo que ya es tras las compuertas de nuestra mirada. Nos hemos enredado en el ver, sentir, pensar, percibir… experimentar. Hemos enfermado de adicción. Adicción al sabor que buscamos por doquier. Somos esa lengua que lo paladea todo menos a sí misma. Ese ojo que no puede verse y se busca mirando. Ese fuego que trata de quemarse a sí mismo ardiendo. O la espada que no puede cortarse con su afilado canto.

"John William Waterhouse"
Tal vez se trate únicamente de dejar que nuestra propia condición sea, sin emprender acción o ruta alguna. Sin propósito ni requisito. Quizá no haya que salir de casa para volver al hogar. Puede que nuestra pintura de bellísimos cromatismos no necesite entintar ninguna superficie para lucir. Tal vez, si dejamos de pedir, lo tengamos todo. Si relegamos la experiencia compulsiva a un olvido, disfrutemos de nuestra herencia. Acaso me he desterrado en mi hermoso reino. Me haya enajenado en mi identidad. Puede que haya estado viviendo mirando mi propia sombra, ignorando la luz que la produce.
Creo que puedo mirar a través de mí y encontrarme en todo. Que es posible amar a pesar del sentimiento.

Afirmo el Amor a pesar del amor.

Fin
Indiana Om 
 © Todos los derechos reservados   


17 comentarios:

  1. A cada soplo de aire caminamos por los días queriendo amar. Confundiendo sentimiento con Amor, ese amor con miga de misterio que encerramos en conceptos revestidos de palabras.
    Muy pocos consiguen hacerlo, llegar al vientre de eso, que no sabemos qué es, pero que intuimos. La mayoría perdemos toda originalidad bajo el sol de los otoños, buscando incansablemente el amor a dentelladas, en onda corta.
    mj

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  2. En el abandono de esta búsqueda que empieza cuando nacemos es lo que nos devolvería a casa. La casa que nunca hemos dejado, (sólo hemos descuidado)
    y en la que nos espera el padre, el Amor. El que anhelamos y esperamos encontrar en cada mirada..

    Pe

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  3. En verdad yo también deseo conocer la verdad del amor.

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  4. Decía Don Juan que el Amor es un 'Darse cuenta' encajonado en el pecho, para mí es así: presencia, pura presencia
    Abrazos

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  5. Has vivido los tres actos y antes de bajar el telon, lo comprendiste, las palabras lo demuestran. Amar a pesar del amor
    Un abrazo

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  6. et pourtant...

    es tan sencillo: el amor es, para mi, entrega y riesgo. Al no buscar, se encuentra, más allá de uno mismo y de las circunstancias, porque es esencia. Y hay que atreverse abriéndose a él.

    Pero, como bien lo señalas en esta magnífica ópera en tres actos, solemos confundir las distintas dimensiones o planos y de ahí el sentimiento de vacío o las equivocaciones.

    Un abrazo para ti y otro para MJ

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  7. La eterna búsqueda. La eterna insatisfacción de quien no encuentra a pesar de buscar y buscar, de sentir y sentir... La desoladora sensación de la desesperanza y la frustración de quien se rinde o siente que ya, nunca ya, encontrara... Denso y profundo recorrido... Me gusta...

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  8. Ahora lo veo, no podía terminar de otra manera. Como siempre, terminamos perdiéndonos en las expectativas mentales y el amor supongo que nunca podrá ser mental ni algo que nos penetre por nuestros limitados sentidos físicos.
    Creo que lo has descrito de la mejor manera posible: navegando con maestría entre lo que no puede ser y lo que podría ser.
    Tengo que reconocer que me has enseñado una buena lección con esta Opera; muchas gracias.
    Un fuerte abrazo.

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  9. Si, afirmando el amor... creándolo desde tu interior, brillando desde el centro de tu precioso ser...

    Paz&Amor

    Isaac

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  10. Sólo el amor está en nuestros orígenes, sólo él puede salvarnos del vacío del mundo... Sí, es posible amar a pesar del sentimiento... Qué grandes palabras!!! Un abrazo.

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  11. Tal vez el Amor sea esa hermosa luz que alumbra desde dentro, desde muy dentro...sin producir SOMBRA. Vivir A-SOMBRADO acaso sea para mí el asunto. Vivir en la eterna sorpresa de la existencia de la infancia, tocado por el entusiasmo ante todo y que no lo produce nada. Habitar en la intensidad de cada instante como si fuese el último de nuestras vidas. Nacer y morir a cada momento, sin el fardo de las memorias, recreando el universo con cada mirada INOCENTE.
    Gracias, sencillamente gracias. Acaso esta Öpera haya tan sólo sido un instante de entusiasta amor, el mismo que me hace asistir al hermoso espactáculo de la Manifestación, el más grandioso truco de magia.
    INDY.

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  12. Desde nuestra esencia irradia el amor e ilumina al ser amado porque nosotros sentimos eso como parte de nuestro ser

    Besos

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  13. El amor hoy sabe a tí. Antorcha permanente del alma. Besos.

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  14. HASTA CUANDO SENTIMOS QUE NO AMAMOS MAS, ESTAMOS AMANDO IGUAL!
    qUE PROFUNDO TU RELATO , GENIAL! BESO

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  15. Muy buen epílogo.

    Al final de toda búsqueda el amor queda temblando como un astro, reverberando como la música de las esferas.

    Somos seres de puro amor Divino, en esencia "perfectos", depende de cada uno de nosotros honrar ese centro.

    Un abrazo y felicitaciones Eternauta.

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  16. De nuevo por aquí, disfrutando de tus letras.

    Saludos y un abrazo.

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  17. UN ESCRITO GENIAL.

    CUANDO SATISFACEMOS NUESTRAS PROPIAS NECESIDADES ESTAMOS PREPARADOS PARA DISFRUTAR A PLENITUD DEL AMOR.

    TE SEGUIRE LEYENDO. ME GUSTA TU ESTILO. QUE PASES UNA LINDA NOCHE.

    MAR

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