lunes, 15 de octubre de 2012

LA INCREÍBLE HISTORIA DEL HOMBRE ESPEJO



"Andrew Wyeth"
¡Vaya! Parece que esta noche me he quedado –como decía mi abuela- traspuesto, aquí, acurrucado en la vieja mecedora, al abrigo del ventanal que casi besa el suelo de no ser por el sólido alféizar, que recoge, en su repisa de mármol, una maceta y algún que otro adorno demodé. Los cristales arañados por el tiempo contenido extienden el escenario hasta el jardín, concediendo cierta holgura a la mirada. Arriba, un pedazo de techumbre, que esboza una incipiente bóveda de cañón, cierra el escenario. Afuera está oscuro. Ya es de noche. ¿Qué hora será? Parece muy tarde. Miro el viejo reloj de pared con sus agujas congeladas. Las mismas doce menos cuarto de siempre. Me arropo entre la vieja manta raída de lana, descolorida de tanto antaño. Hace frío, un frío propio de la madrugada. Los recuerdos sin edades flotan en la vieja mansión. El pasado se me hizo siempre masculino. Las escenas de la infancia, extremadamente femeninas, enfermizamente proustianas, insoportablemente veladas. Penosamente reconstruidas, cuando atravieso el delicado y férreo umbral del ensueño, como los añicos de una porcelana estrellada contra el suelo hidráulico, que me empeño en recomponer sin esperanza alguna de restituir la pieza de nuevo a la vida. Actos detenidos entre los visillos de las épocas que se mecen entrometiéndose delicadamente entre el ayer, que tal vez nunca fue, y el ahora cegador, que quizá esté siendo. La transparencia del espacio se ha opacado, de repente, con los residuos confinados tantos años de unas vivencias espectrales condenadas a vagar a través de las horas, los días, las noches y los lustros. Las estrellas me observan con su brillo incipiente. La luna afilada rasga las nubes deshilachadas, decorando la tiniebla que huele al eco del anciano reloj de la iglesia, resonando con su letanía desde los abismos oscuros del sordo huracán de las eras, que todo lo engulle.

Calado hasta el espíritu con una lluvia de sobrecogimiento, un relámpago, venido desde las almenas del alma, me ha alcanzado mientras me mecía interminablemente al ritmo de una tabla de multiplicar, cantada al compás de la monotonía de la vieja escuela del pueblo. Una suerte de metempsicosis ha vulnerado mi consciencia cuando mi mirada se ha estrellado, seducida, contra el cristal descascarillado del espejo centenario, que me confronta desafiante, silencioso. La vieja superficie de vidrio, como una tupida telaraña abisal, entona su canto de sirena. “Dos por dos, cuatro. Dos por tres, seis”. La mecedora, encajada en mi cuerpo, danza incansable. “Dos por cuatro, ocho”. Se balancea sin parar una y otra vez. “Dos por cinco, diez. Dos por seis, doce”. Una y otra vez. “Dos por siete, catorce”. Incesantemente. “Dos por…”  Una y… “…ocho…”  otra… “dieciséis”…vez. “Dos por nueve, dieciocho”. Sin fin. “Y dos por diez…” 

"Andrew Wyeth"
Se produce un vacío. Un tiempo muerto, si es que no lo estaba ya. Me pregunto si me habré quedado otra vez dormido. Es muy extraño todo esto. La duermevela en la que anduve no ha mucho rato, no me produjo –que yo recuerde- esta rara percepción. Tal vez me haya deslizado directamente en el sueño y haya despertado en él. Alguna vez fue así, sobre todo en la infancia. Pero cuando caía en la cuenta de ello, de súbito retornaba a la vigilia, donde volvía a estar echado en mi cama, entre mantas protectoras. Ahora no tenía esto pinta de ser eso. No me viene a la memoria ningún estado parecido. ¿Me habré quedado enredado en alguna antesala, al apagarse las luces de los sentidos, antes de soñar? Lo que no cabe duda es que no he perdido la consciencia, aunque si esta incertidumbre dura mucho pudiera ser que mi razón se grillara un tanto. ¡Pronto! ¡Un cuerpo! ¡Necesito un cuerpo –mi cuerpo- para ubicarme!... ¡Dios. No sé por dónde ando! Es… es como flotar. Es como flotar en el espacio, ¡pero con un cuerpo más ligero aún que el propio espacio! Intento ejercer mi voluntad para moverme y no hay sensación de soporte. ¡Esto no hay quien lo aguante! ¿Me estaré volviendo tarumba?... Va ser cuestión de adaptarme sin alarmismos, si esto va a durar más tiempo. ¿Tiempo? Ahora que caigo –es un decir, porque ojalá me cayera de un sitio sobre algún otro- si no me muevo, si no pasa nada en este espacio indefinido, tampoco “pasa” el tiempo. Es como estar subido en las manecillas del viejo reloj de la abuela, que se detuvo Dios sabe cuándo. Es como si todo se hubiese repentinamente congelado. Paralizado. Inmovilizado en algún pliegue del tiempo, en algún poro del espacio. Me siento atrapado en una cárcel diáfana de muros transparentes que se extienden hasta el infinito y más. ¡Es todo tan dilatado. Tan extenso! Y a la vez, tan concreto y consistente en su realidad… ¿Habré muerto sin darme cuenta de lo que me sobrevenía? No creo. Que yo sepa estaba sano. Bueno, al menos mi cuerpo lo estaba. Me hice un chequeo, no hará mucho, y, salvo un poco de colesterol, todos los niveles estaban óptimos. ¡Niveles! ¡Por Dios. Parezco un coche en revisión! Bueno, coche o no, cuestión de estar atento al combustible. ¿Pero qué estoy barruntando en una situación así? Si estoy muerto, la verdad, no me he enterado. Ha debido ser una muerte muy dulce, de esas que cuentan que es como si te durmieras. Si esa es mi situación, seamos sinceros, este sueño va adquiriendo tintes de pesadilla.

"Eduardo Naranjo"
Quedé sumido en un profundo silencio. La verborrea asustadiza, la confusión toda, se fundió en esas aguas densas como el mercurio, pero a la vez inquietantemente transparentes. Una transparencia de cristal. Límpida. Preñada de dimensionalidad  inacabable. Desapasionada. Porque allí no había emoción alguna, al menos no apreciaba algo parecido a los registros conocidos en el marco de las sensaciones. Las sensaciones son las palabras del cuerpo, el idioma de la materia somática, y ahí -¿dónde?- no se dejaba sentir nada parecido a lo que hasta ahora había aprendido a leer como un cuerpo. Es como viajar en un coche y, al momento siguiente, aparecer sobre la carretera sin el vehículo. Intento ver. ¿Con qué ojos si no dispongo de cuerpo alguno? Miro y miro estupefacto. Se diría que mis pupilas se dilataron hasta el infinito, hasta perder sus límites. Sin contorno. Sin retorno a lo que hasta ese instante, llamé normalidad. ¿Normal con respecto a qué? ¿Dónde están los parámetros medidores que establezcan la norma? ¿Con qué medida o aparato calibraría esto? ¿A partir de qué punto cero arrancarían mis pesquisas en un espacio vacío hasta de él mismo? Miro y miro un poco más. ¿Qué otra cosa podría hacerse en tal situación? ¿En una situación en la que no me sitúo? No. No acabo de ubicarme porque primero tendría que encontrarme. Todas mis referencias habituales se habían esfumado en esa oquedad sin fondo ni fuste. ¿Habituales? Precisamente me doy ahora cuenta de que todo ese andamiaje de hábitos y costumbres, que hacían mi existencia cómoda, cuando discurría mecánicamente por sus avenidas, estaba por reinventar. Es como nacer de nuevo. Como una vuelta al origen. Un reset con todas las consecuencias, ejecutado en la computadora de mi cerebro. ¿Será acaso todo esto producto de la activación de alguna neurona que andaba letárgica en algún lugar recóndito de mi sustancia gris? ¿Me habré salido del programa para entrar en otro sin programarlo? ¿Acaso pudiera estar en “la papelera” de mi vida? No. No tomo drogas. La única licencia que me permito es algún brandy que otro y en las ocasiones. Ésta todavía no lo había sido. No había requerido de momento primeros auxilios etílicos. Yo tan sólo estaba en el caserón de mi abuela, pasando un íntimo puente conmigo mismo por toda compañía, arreglándome y recomponiéndome de la vorágine en la que el trabajo y otras preocupaciones de faldas me sumían últimamente. Tan sólo me estaba dando un baño de nostalgia cuando, al sacudirme de encima el sopor, cabalgando el vaivén de la vieja mecedora, de repente me sentí transportado a este estado. Más bien me hallé repentinamente aquí. Si supiera el camino de ida, probaría a desandarlo. Pero fue algo drástico. Como ser o no ser, que diría aquel. Como estar en un sitio –más bien en una condición- y al momento siguiente, aparecer en otro. Aparecer como aparecen los fantasmas. Los espectros. Espec… ¡El espejo! Especulando me he topado de nuevo con el espejo. Ahora me viene más claro en esta transparencia, que me sumí en la visión del antiguo espejo. Quedé absorto. Como embaucado por su contemplación. Fue como caer succionado por la superficie del espejo, en un pozo sin fondo, de una forma tan trepidante, que pareció no tener fin, rozando lo eterno. Interminable. Vertiginoso hasta el pasmo. Después, tal vez un desmayo. No hubo paisajes ni itinerario. Ni sonoridades o espacios. Tan sólo una contundente impresión –certeza más bien- de atravesar mundos y mundos inabarcables, como rasgando miles de velos traslúcidos muy próximos unos de otros, cada vez más, hasta sentir que taladraba un muro de espesor  considerable, sin el menor esfuerzo.


"Dan MacCaw"
Heme aquí, ahora, en éstas. No tengo palabras para describirme apenas la situación, el desplazamiento. La desubicación. El destierro fuera del mapa existencial que hasta ese estado de cosas, había supuesto mi norma, mi brújula, mi mapa en un reino de impresiones materiales, formas, colores, emociones, sentimientos y pensamientos. Este discurso que me cuento no me pertenece, hablando de pensamientos. Como no me siento estar, no llega a ningún sitio esta palabrería. Nadie está contando nada a ningún otro. Nadie puede hablar a nadie, y, sin embargo, ¡esto está ocurriendo! Se está dando. Hay un acontecer sin secuencia temporal. Hay una película sin pantalla ni proyector, que se está desplegando, fotograma a fotograma. Un espectáculo sin espectador. Un despliegue desde ningún repliegue. Una apariencia sin aparición. ¡Un momento! ¡Basta de metafísicas de andar por casa, aunque sea ajena! Vamos a ver el modo de despertar de una vez por todas de este cuento que ya dura –y basta ya de literatura- demasiado. 

Siento que me hundo flotando, en un océano viscoso forjado en acuidad. Todo se detiene en una calma omnipresente que nunca se agitó lo más mínimo. Que siempre estuvo e intuyo que estará. Tal vez sea porque esa calma es. Tal vez sea porque acaso sea lo único que es. Y ahí yo soy. Soy en esa calma. Soy la calma insondable hallada a sí misma en un desliz. La solución disuelta en la decantación de los mundos. El hechizo desencantado.

Una brisa perturba la desolación. Mece, a la vez que inventa, los espacios, las eras y las expresiones, que asoman a una superficie improvisada de un mar que no cesa ni empieza. Entre cortinajes se perfila lo desdibujado. Una apariencia asoma al quicio de las horas destiladas de la atemporalidad. Y nace la experiencia. La luz, el color y la sombra. El olor. Se escucha el lamento de la materia. Se siente desde lo insensible. Se vive al uso, todavía sin abuso. Se nace y crece. Se evoluciona y desarrolla un despliegue manifiesto de un cosmos familiar. El cuadro inicial, la escena, desde donde parte la primera parte de lo que parece empezar, se muestra con el concurso de infinitesimales puntos irisados, viajeros de la nada, que se aglutinan en conglomerados siguiendo un orden oculto e implícito en cada uno, que lleva el sesgo del todo. Nada era y todo es. Todo era y nada es.

"Dan MacCaw"


La creación hecha a sí misma se muestra reflejada. El significante y el significado se hermanan en un signo multidimensional, fingiendo contar, no queriendo importunar. El espejo venido desde la meta, impregnado de salida, llega a una estación término desde la que parte. La superficie reflexiva no especula con lo que allí se asoma. Todo está bien porque ni siquiera es. Todo es imperfecto porque nació de la perfección misma. Todo está impregnado del sello de lo humano porque es divino.

Un hombre acurrucado en una mecedora, liado en una manta, al que le ha sobrevenido la madrugada, aparece en la superficie de un espejo, que se ve a sí mismo, a través de su reflejo. Un espejo que se mira en ese hombre. Un ojo que se percibe en lo mirado. Un ver que no ve que no se ve.
FIN
Indiana Om


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27 comentarios:

  1. Dicen que somos seres esencialmente mitológicos, que venimos a contar y a experimentar historias que terminan por convertirse en la materia prima de nuestra existencia. Bueno, no sé por qué digo esto. Pero tu relato es un caudal de experiencias abstractas, intenso, que desborda los procesos conscientes. Es como salir a jugar en la noche a aprender a ver en la oscuridad.
    Vivencia un momento suspendido en el que este caos sensibilizado comienza a arrojar respuestas.

    Saludos
    mj

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  2. Yo me he dejado envolver por la belleza de la prosa mientras asentía contenta.
    Es hermoso, me basta.
    Un abrazo.

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  3. Y me he sentido casi que leyendo al gran Borges....

    Te robo esta bella frase: "Todo está impregnado del sello de lo humano porque es divino"

    Paz&Amor

    Isaac

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  4. Lo interpreté como un morir y un nacer consciente. Un momento atemporal que sospecho parecido a la eternidad.
    El relato parte describiendo un instante real y termina con la creación.
    Críptico (al menos para mí) y con un una prosa de excelencia.
    Un gran abrazo y gracias por compartir

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  5. Escribir es recordar lo que nunca ocurrió. En ese adorno yace el secreto de la poesía. Quizás la realidad fue más prosaica o incluso más poética de lo que se escribe. Cuando uno se desprende de los recuerdos, rejuvenece y empieza a vivir intensamente.
    bsssoss

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  6. Dejarse llevar por esta
    prosa magnífica
    es como sumergirse
    en un éxtasis
    en lo que nada pesa,
    es elevarse y desde lo alto
    verse a sí mismo
    y todo lo que fué ya no es,
    el principio y el fín
    de todas las cosas.

    Me ha encantado.

    Un abrazo enorme.

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  7. Cuando se sale del punto de encaje es preciso ser consciente de que es solo una experiencia más y hay que saber volver a en-cajar en este cuerpo-mente que de momento nos toca experimentar.
    Es un priivilegio vivir.

    Pe

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  8. Me prendí al texto y me dejé llevar, solo eso. La magia de las palabras pide poco, brinda mucho, más allá de la comprensión de cada párrafo, las explicaciones nos vendrán mansamente.

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  9. Encontrarse, como renacer frente al espejo que somos.

    Saludos, Indiana. Buen día.

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  10. Muy buen texto Indiana. El lector va con vos en ese laberinto de sueños e imaginación, donde pasado y presente parecen danzar de la mano al son de las tablas de multiplicar.

    mariarosa

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  11. Buscarse, encontrarse...que bello escribes!!!

    Besos

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  12. Buscarse en las cosas a veces tiene como resultado, encontrarse...me gusta la parte donde se despierta dentro del sueño, y esto es la realidad consecutiva.

    Saludos.

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  13. Lo he disfrutado dejándome llevar. Casi he vivido las sensaciones que tan bien describes, y que muchas veces he intuido como serán, aunque seguro que debemos tenerlas archivadas en alguna memoria anterior. Es mi percepción.

    Gracias, Indiana!!!

    Un saludo.

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  14. Podrá ser que dentro de ese espejo exista el sentir, o tan solo son imagenes atrapadas por años, nuestros años, que albergan el principio y el fin del ser que no siente. Encontrarse en esa dimensión puede ser solo mirarse con el ojo de quien ve únicamente lo que somos.
    Un viaje muy singular y por cierto, extraordinario.
    Mis felicitaciones.
    Un abrazo

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  15. Me he dejado llevar como por un río de agua cristalina, sobre esa imperfección de la perfección, sobre esa humanidad divina de tu prosa. Es sencillamente magistral.
    Me has hecho recordar lugares de mi infancia, sensaciones, emociones, momentos, mundos inventados, lámparas de araña, luces y sombras, sillas bajas, fogones apagados, frío de noches largas... Merece la pena meterse en la increíble historia del hombre espejo. Felicidades Indiana Om y muchas gracias.

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  16. Qué relato más fascinante, lleno de dudas e inquietudes por saber más, por compreder...
    Me gusta esto:
    "...Se siente desde lo insensible. Se vive al uso, todavía sin abuso. Se nace y crece. Se evoluciona..."
    Gracias por compartirlo, me ha gustado mucho.
    Un beso

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  17. la magia del hombre espejo me trae vivencias de otros tiempos que me ayudan a superar el presente, maravilloso escrito, saludos querida amiga

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  18. Muchísimas gracias, amigos, por los comentarios que, debo reconocer, me han sorprendido muy gratamente. Hay algunos muy, muy agudos, de gran penetración. Estoy muy satisfecho porque veo que el estado por el que la consciencia del hombre espejo (la mente que refleja, sin más) atraviesa, ha calado en vosotros. La disolución y la creación ocurren a cada instante de nuestras existencias, tal vez por eso podamos decir que "seamos", amparándonos en los distintos vehículos que nos reportan los diferentes estadios (pensar, dormir, ensueño, sueño profundo...)por los que estamos y salimos.
    Muchas gracias de corazón por leer pacientemente tan enrevesado, tal vez, relato.
    INDY.

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  19. EL ESPEJO NOS MUESTRA EL VERDADERO ROSTRO NO?.
    NO PUEDO DEJAR DE MARAVILLARME ANTE TAN VIRTUOSAS LETRAS, MAGISTRALES...
    ES COMO LEER A LOS GRANDES.
    UN BESO Y UN ABRAZO

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  20. Eternauta pues yo solo paso y te dejo mi cariño... sincero..

    y agradecido por tu paso siempre amable y cariño por mi Mirada..

    de corazón.. un beso

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  21. ...un ojo que se percibe en lo mirado. un ver que no ve que no se ve.

    He pasado varias veces a leer éste texto, es fabuloso.
    el universo como una matrix, fuimos creados en la mente divina.

    Besitos.

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  22. La barrera entre el acá y el allá, realidad e inexistencia que juegan a buscarse, este es un juego electrizante de vida, no vida; el reflejo de nuestro yo en el después, un imaginario lanzamiento hacia el vacío sin terminar de caer. Contagio de sensaciones es este relato que nos regaláis hoy, amigos mj e Indiana Om.

    Un fortísimo abrazo

    FINA

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  23. Los recuerdos son parte del pasado que a veces nos impiden vivir el ahora que es lo real, lo demás es una pérdida de tiempo.
    Saludos desde Tenerife y te dejo enlace de mi blog por si quieres conocerlo.
    http://gofioconmiel.blogspot.com.es/

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  24. Quizás, sin percibirlo estamos haciendo pesquisas entre lo que es y no es, entre lo que observamos y lo que realmente vemos...
    Me, te pregunto, qué o quién establece lo que muchos aseveran como mediocridad sin dejar resquicio a la relatividad...
    Entrar en este espacio si que es hacerlo en otra dimisión.

    Un abrazo


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  25. Vocablo Mudo, todos colaboramos conscientemente o no, en la construcción de la realidad que vivimos. Una realidad hecha de conceptos, juicios y etiquetas, palabras que no son sino la sombra de acaso una verdad que queremos aprehender sin éxito, porque queremos hacer de ella otro vocablo más en nuestra impotencia por asir lo inefable.
    No hay palabras para describir lo innombrable, la creación y disolución de todo instante a instante.
    Un espejo que se ve en el hombre, en el reflejo. Una consciencia que busca experimentarse en su expresión, en sus proyecciones, y que queda atrapada en ellas de poderoso hechizo.Unas ilusiones a las que nombramos con palabras y en las que nos perdemos todavía un poco más, un poco más...

    Muchas gracias a tí, por tu comentario y a todos, a cual más interesante.
    INDY.

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  26. Un ver que no ve que no se ve.

    Este cierre, espectacular creo que resume todo, tremendamente todo.

    Sabes Indiana, es impactante leerte, es sumergirnos en un mundo, que puede ser nuestro propio mundo, del que muchos somos partícipes y no queremos darnos cuenta.

    Abrazos y un lindo fin de semana

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  27. Pura poesía tu paseo por el tiempo...2x9..

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