viernes, 22 de marzo de 2013

RECORDAR AL QUE OLVIDA






Trato de descubrir

el origen de esa voz

que resuena en el instrumento

de mi boca.

Escudriño los pasajes

íntimos de mi cráneo

donde vibran las palabras.

Escucho a mi oído

y atiendo mi atención.

¿Dónde prenden esos olores

que se posan en mi ánimo

furtivos?

¿Cómo saborear al que sabe?

¿Cómo comprender al que ignora?

Me salpico de visiones

intentando descubrir

al que mira,

de recordar al que olvida.

Me sobrepongo a las olas

grises de mis cumbres

que baten insistentes

en mi cerebro,

a los volcanes candentes

de mi intestino

ciego.

Zarandeado por el vuelo

de la respiración

que nace y muere,

que muere y renace,

contemplo esa nada

que me observa,

ese espejo que me recrea,

ese reflejo que me golpea

confundiendo mi reflexión,

envenenando mi razón,

avivando la emoción

que estalla en los sótanos

de mi cámara central.

Miro sin ojos

los ojos del silencio

de oscuras pupilas

que me albergan

sin cargo.

El aroma del espacio

me penetra y sin embargo

siento que soy yo

el que en él se contiene

y retiene

para no derramarse

en los infinitos agujeros

de mi consciencia

que naufraga

en la sorda tormenta

desatada por mi aventura

imposible

que clama por arrastrarme

al sumidero

del vacío.

Grito desesperado

al descubrir el trofeo

que aguarda

al explorador de sí mismo,

al osado buscador

que escudriña en los vertederos

del común de los sentidos

entre sensaciones

y datos,

creencias y

no tanto,

que embadurnan pringosas

el corazón que quiere latir

mudo,

quedo y ensimismado

en la cálida tiniebla

del preámbulo de un origen

que tal vez

jamás ejerció.
Indiana Om 
 © Todos los derechos reservados                                                                                                      

3 comentarios:

  1. No es difícil recordar al que olvida, duele tanto el olvido que sin querer acunamos dentro del pecho y abrirmos desde allí una profunda hendidura por donde mirar con el catalejo antiguos recuerdos, y nos asombramos al descubrir que no son olvidos, porque nunca llegaron a ser recuerdos...

    Gracias Indiana, por la profundidad de tus letras.

    Abrazos para ti y MJ

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  2. El “yo” quiere recordar, y sin embargo se parece al agua, que cambia de estado en los diferentes ciclos de lluvia, evaporación y hielo que acontece en las estaciones.
    Intenso poema, pura meditación.
    Un beso Indy

    ResponderEliminar
  3. A veces, parece que todo se confabula para arrastrarnos a un sinfín de sin sentidos... Y todo tiene un fin y un inicio. Todo se nos agarra y se nos acaba yendo...

    Besos

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