EXPRESIÓN

Acaso el mundo, los seres, las cosas, las situaciones… no sean más que una mera expresión, una energía desplegándose en el tejido vacío de la nada, en ningún soporte que sustente una manifestación coherente, donde orquestar un mensaje, y sin embargo ocurre lo que no sucede. La existencia es pura contradicción en sus términos que no acaban de terminar porque nunca se da su comienzo. ¿De dónde arranca cada fenómeno, adónde va cuando concluye su tiempo?...

Un contraste, un salto de tensión, produce una fricción, un cambio de situación, un acontecer no siendo más que un fantasma que “aparece” en la apariencia, que se desvela entre lo velado, que se encuentra expresado gracias a la lectura atenta de lo sin nombre. Que es cuando lo nombro. Que acude al recordarlo.

Todo no es más que un rescate realizado en el océano seco de la extinción. No es, acaso, más que una resistencia pasiva posible en lo inaudito. Lo insólito busca acólitos entre los ojos que miran buscando tal vez ver, navegando sin querer entre bambalinas, abriendo un telón que nadie cerró.

La mirada inventa lo que conviene a la memoria. La mente recuerda una historia que apunta al propio apuntador. Los episodios se suceden en un orden entrópico, casuísticamente personales, en lo que está más allá del propio ser.

Existe lo que insiste. Se consuma lo que busca más allá. Nace la necesidad de desear y con ella la excusa precisa para llamar preciosa a la vida que se despliega sin cesar ni finalidad.

El invento crea al inventor, y viceversa. El juego es simultáneamente reciproco. Recibo un acuse de recibo que me inculpa, acusándome de autor. Las causas se retrasan tras los efectos. Los defectos están conmigo. Creo creando. Creo creyendo.

Me busco en el extravío e invento algo frío que anhela el calor de la tormenta.

Indiana Om

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