jueves, 4 de septiembre de 2014

EL DISFRUTE: PLACER DE DIOSES


 Hemos perdido la capacidad de disfrute. Todo lo que hacemos al cabo del día no nos gusta o motiva las más de las veces, y por ello se convierte en obligación y por lo tanto en esfuerzo. Así, el Paraíso nos parece un valle de lágrimas y… ¡sufrimos!

Por CAPACIDAD DE DISFRUTE yo entiendo (por mi experiencia directa) un estado de equilibrio de los pranas en nuestro sistema, una apertura de nuestra mente y sistema nervioso para recibir y dar continuamente la energía que entra y sale de él produciendo la experiencia pura de capacitación, creatividad, amor... Es decir, que es una cuestión siempre de energía.


¿Por qué hemos perdido la capacidad de disfrute, los paraísos de la infancia mágicos donde todo fascinaba? Porque le hemos echado al sistema mucha impureza mental y física que ha ido resintiéndolo y contrayéndonos, generando el estado egóico de separación y defensa. Hemos generado mucho miedo y limitación al procesar todas las experiencias como respuesta vital. El mundo, tal cual, la vida que ocurre sin más, nos parece algo amenazador o llena de sinsabores y todo es muy dificultoso a veces o trabajoso. Todo esto genera tensión y esfuerzo que a la vez nos sigue robando la energía. Y es así como la misma vida ha pasado a ser algo amenazador más que una ocasión de desplegar nuestro potencial creativo y de deleite.

Es también una cuestión de pura química. Si nuestro equilibrio ácido-básico se altera, nos sentimos cansados, incapaces, poco lúcidos... y enfermamos. Cada cosa que metemos en nuestro cuerpo (comemos, bebemos...), en nuestro sistema (pensamientos, emociones...) debe DIGERIRSE, sintetizarse, asimilarse para poder ser integrada en él. Todo el material "externo" que incorporamos, las experiencias que vienen dictadas por ese proceso de asimilación, construyen nuestras creencias en las que se basa (en nuestra memoria consciente o subconsciente) nuestra "personalidad", y en base a ello tomamos una posición en el mundo y actuamos.

Todo esto es bastante evidente pero requiere mirar mucho (por ello la meditación) para alcanzar a ver las sutilezas y las reglas del juego por las que regimos nuestras vidas. Creemos que vamos en una dirección en nuestro desarrollo vital y en realidad estamos llenos de subterfugios (memorias) en nuestra mente subconsciente que muchas veces son un contrasentido, una resistencia. La enfermedad no es mala, es una consecuencia de estos contrasentidos. Tú dices que estás yendo a La Coruña mientras andas hacia Cádiz. Tú dices lo que es bueno para ti basado en un sistema de valores condicionado por todo lo que he expuesto, y de pronto "la naturaleza" te da un toque y te para, o te produce un cambio de trayectoria. Sí, “pedid y se os dará,” pero no olvidemos que tenemos que “hacernos merecedores” fluyendo con la vida en la misma dirección y sentido sin el más mínimo resquicio de obstáculo por tu parte. Es tan fácil como eso. Si lanzas una bola por el aire, éste no produce tanta resistencia como al rodarla rozando por el suelo, aunque igualmente estará sometida a la fuerza de la gravedad y acabará cayendo. Remontar, como decíamos, es una cuestión de energía y, cuando ésta no tiene límites, ninguna ley física puede afectarnos.

En resumen: queremos recuperar la capacidad de disfrute y para remontar un poco nuestra energía iniciamos dietas, limpiezas, practicamos mucho yoga, seguimos muchas técnicas, realizamos muchas terapias, pero todo esto que hacemos para poder recuperar ese disfrute, de momento no nos hace disfrutar, y nos supone un esfuerzo, y asociado a esa palabra hay muchas connotaciones de sacrificio(no hacer unas cosas para TENER que hacer otras a cambio), entonces lo dejo (si no tengo la fuerza de aspiración suficiente y me lleno de estúpidas justificaciones a mí mismo), y busco el disfrute en otro lado, en los caminos fáciles o asequibles: la comida, la bebida, las compañías, las posesiones, las distracciones y divertimentos sociales… pero nada de lo que hago, incluso lo que considero placentero, me da ese disfrute, porque en realidad tú eres ese disfrute cuando estás bien de energía y nada ajeno te puede dar nada que no tengas ya. Y así comienza el gran círculo vicioso, el laberinto en el que estamos metidos.

Recuerda: nada externo y ajeno a ti te va a producir un disfrute y una satisfacción duradera porque ese tipo de disfrute es un estado, y los estados son estancias en las que se aposenta la consciencia por un tiempo, pero en los estados se entra y se sale dejando un vacío al menos similar, sino peor, del que se sintió previamente a la experiencia y entonces comienza la gran dependencia, el enganche, la intoxicación crónica que da el placer tan inmediato como efímero que asociamos a ciertas experiencias y que es espoleado constantemente con la sensación de vacío, de fracaso o todas las sensaciones físicas y anímicas asociadas con la ausencia de lo vivido.

Nada permanece, ya lo sabemos muy bien. Todo nuestro universo externo habla de nosotros girando constantemente, a veces tentándonos con sus verdades de feria. Busca sólo lo real, lo que se mantiene inamovible en ti, lo que no cambia. Lo que siempre estuvo ahí y estará más allá de las contingencias del tiempo. Sólo ser y no sólo estar. Si vas más allá de la experiencia encontrarás aquello que la sostiene. Si no deseas ni necesitas nada, disfrutarás de todo, pero sobre todo de ti.

        Indiana Om

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3 comentarios:

  1. La mayor de las aventuras, la más difícil, diría yo, el adentrarse a sólo Ser. Pero también es apasionante recorrer los senderos interiores de un@ mism@.
    Gracias Indy por este ensayo, que seguro será reflexión de muchos y muchas.
    mj

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  2. Gracias siempre a ti, Mj, y a los que nos siguen siempre. A tod@s va dirigida al fin y al cabo esta mi energía.
    ¡Que lo disfrutéis!...
    Besos índianos.
    Indy

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  3. aunque parezca un juego en solitario, vaya que es alimento encontrarnos a sí mismos. Abrazo, amigos.

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