lunes, 6 de junio de 2011

LA INSPIRACIÓN DIVINA (EL ALIMENTO DEL ESPÍRITU) 1ªPARTE

Todas las tradiciones esotéricas han contemplado el uso de la respiración como vehículo o soporte de muchas de sus prácticas, dotándolas de una mayor vitalidad espiritual y de un carácter energético más allá de lo meramente ritualista.

Así podemos encontrar la práctica de Anapanasati en el Budismo Theravada o atención a la sensación que produce la respiración al entrar y salir por las fosas nasales, o bien a los movimientos que se producen en el abdomen. Por experiencia propia, podemos añadir que tal práctica pude llegar a ser mucho más que un mero soporte para reforzar nuestra atención y nos puede conducir a unos niveles muy sutiles en la captación de los mil y un matices inherentes a cada inhalación y exhalación, percibiendo cada respiración como un evento único e irrepetible que puede conducir a la absorción de la mente en mayor o menor grado.




En la Tradición Sufí y en el corazón del propio islam también está totalmente imbricada la respiración con la recitación del ziker o nombres de Allah, acompasado rítmicamente con el aliento de vida o inspiración divina, así como recitaciones con pronunciación más energética que producen ciertos efectos de hiperventilación acentuándose el trance con contundentes giros de cabeza o, más aún, con la recitación de las suras coránicas cuya pronunciación en árabe, en sí misma, conlleva todo un ejercicio respiratorio con sus, entre otras, “h” aspiradas cercanas a la “j” española y otros sonidos de carácter gutural.





En la Tradición Cristiana se habla a veces de prácticas relacionadas con la respiración que no nos han sido legadas desde tiempos incluso anteriores a los primeros Padres del Desierto, no obstante en la práctica de la recitación u Oración incesante del Corazón, vivamente alimentada desde la Iglesia Ortodoxa rusa o por los anacoretas del Monte de Athos, tenemos un sentido y hábil uso del aliento vital, incluso se hace notar que en los ceses o retenciones del mismo, se propicia la entrada del Espíritu, es decir, la detención de la respiración en la extinción del pensamiento, de la mente, del ego, y podemos entrar de ese modo en la esfera divina animados por la energía generada por el ardiente sentimiento de anhelo de Dios.




En el Zen o budismo Mahayana japonés, de inspiración china (el Chan), se dice que “zazen (o práctica sentada de la meditación) es zen y zen es zazen”, es decir, una técnica basada en la mera postura que coloca el cuerpo de tal modo que se ejerce presión en el abdomen al respirar, activando, mediante una serie de mecanismos de sutil contracción, los centros inferiores o tanden (tan-tien), procurando un estado de no-mente cuando, gracias a la práctica este tipo de respirar, se instala natural.

 En el Taoísmo se habla de respiración embriónica que centra su atención en la zona umbilical del abdomen. Propugnan un tipo de respiración sutil que continúa más allá de lo fisiológico, esparciendo el Qui o Chi (prana o energía vital) por todas las células del cuerpo, estableciendo circuitos de la cabeza a los pies, o, sencillamente, promoviendo un respirar del cuerpo como una esfera que se expande en todas las direcciones y no solo circunscrito a la parte delantera del tronco, vinculando al ser con el universo.


Citemos ¡cómo no! Dentro del ámbito del Yoga hindú, el Pranayama, o ciencia del control del aliento vital, con todo un corolario riquísimo de técnicas científicas de probada eficacia, que contempla la redistribución del prana por los 72.000 nadis o conductos energéticos de nuestro cuerpo y, en especial, por tres: conducto solar que arranca de la fosa nasal derecha, lunar que parte de la fosa izquierda, y el susumna nadi o canal central cuya circulación de prana por él produce la absorción total de la mente o samadhi, experiencia suprema.




Cabría añadir el protagonismo de la respiración en otros muchos senderos o prácticas iniciáticas como el Tai-Chi, el Qui-gong, Tantra sexual o ritual de Maihuna, Rebirthing y un largo etcétera que trascendería el propósito de este artículo cuya introducción ya dura demasiado, queriendo en realidad bucear en un aspecto experiencial muy concreto:
La Presencia de Dios a través de la respiración.
Indiana Om

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2 comentarios:

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