miércoles, 13 de julio de 2011

LA INDAGACIÓN SOBRE EL CUERPO

LA INDAGACIÓN SOBRE EL CUERPO: LA BÚSQUEDA DEL INFINITO EN LO FINITO (3ª parte)

Abordemos ahora el acercamiento a la realidad de nuestro cuerpo desde otra premisa.
Si el cuerpo es el nivel más denso del ser ¿cuáles son sus cimientos? ¿Cuáles son los elementos más básicos a partir de los que está edificado su armazón? ¿Cuál es su verdad esencial desde el punto de vista de la materia?...



Cierra de nuevo los ojos y mira de una forma introspectiva e indagativa con una conciencia que quiere ver más allá de lo aparente. Vamos a bucear en las entrañas de tu parte más sólida y tangible.






Ese cuerpo tuyo, con unas características formales de volumen y peso concretos, está estructurado, a la luz de un primer análisis, a partir de una serie de sistemas (óseo, muscular, digestivo…) que son a su vez conjuntos y agrupaciones de otros elementos: los órganos. Si seguimos desmontando el puzle para buscar “los ladrillos” de la construcción orgánica, podemos descomponer cada uno de estos órganos en “piezas” más elementales (tejidos, membranas, revestimientos, mucosas…), e ir así sucesivamente separando hasta donde nuestra visión ordinaria permita, todo el cuerpo en sus unidades más primigenias e, insistimos, aparentemente indivisibles.

Pero ahí no quedaría todo. A este nivel, el cuerpo no es más que un saco en el que están contenidos todas las partes atadas, combinadas con una sabiduría funcional óptima para las funciones que sostienen los procesos vitales de un organismo vivo. Hasta aquí, llegaría la mirada morfológico-estructural del anatomista. Esta es la realidad del cuerpo para el mismo. El ser humano queda para él reducido a una estructura ingeniosamente orquestada, pero nada más. Como decimos esto es sólo un punto de vista, aunque científico. Pero nosotros queremos saber más. Nosotros queremos VER lo que subyace bajo el manto de la realidad que muestra el umbral de los sentidos.


 
Sigamos, pues, profundizando:
Con ayuda del ojo mecánico que supone el microscopio, podemos llegar a unidades estructurales más pequeñas en cada “pieza” de esos órganos: la célula. 

Todo tejido es un conjunto de células, con formas y cometidos distintos de un sistema a otro. La célula es la unidad primera de la vida. Millones de organismos con idénticas funciones a las nuestras (nutrición, excreción, reproducción…) que responden a una conciencia precisa en su cometido orgánico.


Cabría plantearse en este punto que aquello que llamamos ser humano es un conjunto de millones de “pequeñas conciencias celulares” vivas, reunidas bajo una estructura común. ¿Cuál de todas soy yo? ¿Cuál de todos esos millones de conciencias que habitan en mi cuerpo es más yo?

Si asumo la identificación con mi cuerpo, ¿soy la suma de una serie de conciencias que no obstante tienen cometidos específicos vitales muy distintos entre ellas?

¿La suma de esos millones de propósitos de vida puede verdaderamente dar por resultado mi propio propósito existencial?...






Cabría plantearse en este punto que aquello que llamamos ser humano es un conjunto de millones de “pequeñas conciencias celulares” vivas, reunidas bajo una estructura común. ¿Cuál de todas soy yo? ¿Cuál de todos esos millones de conciencias que habitan en mi cuerpo es más yo?

Si asumo la identificación con mi cuerpo, ¿soy la suma de una serie de conciencias que no obstante tienen cometidos específicos vitales muy distintos entre ellas?

¿La suma de esos millones de propósitos de vida puede verdaderamente dar por resultado mi propio propósito existencial?...


Ya desde aquí cabría concluir que el hombre no es el cuerpo, y muchas insanas identificaciones con el mismo caerían hasta deshacer uno de los principales (sino el que más) pilares de eso que se ha convenido en llamar EGO. No obstante intentemos ir más allá. Sigamos penetrando.

Si tomamos una célula, lo que hasta ahora podríamos tomar como el ladrillo del cuerpo humano, y nos adentramos con la mirada de instrumentos más potentes, podemos advertir que todavía es divisible a su vez en otros componentes más pequeños, en otros organismos, al igual que lo era el conjunto del cuerpo en sí.


Sigamos, sigamos más allá todavía. Sigamos desmontando lo desmontable hasta conseguir, igual que en el nivel anterior, piezas más básicas aún. Las conclusiones aquí serían similares: ¿Es la vida una estructura inteligente sostenida por el concurso de muchas conciencias con su propia inteligencia a su vez?

Sigamos, sigamos…
Quizá microscopios electrónicos con un umbral más profundo y audaz. Entro en un mundo quizá menos compacto subyaciendo a la solidez de la materia: el nivel molecular. Aquí todo es diferente ¿hay color y forma al menos tal y como las entendemos de ordinario?

Es el profundo espacio de las partículas agrupadas en estructuras en constante vibración y movimiento. Todo es dinámico y cambiante, cuyos comportamientos comienzan a ser cada vez menos previsibles. Átomos y más átomos con sus propias órbitas formando sistemas de atracción entre sí, agrupadas en moléculas.

 CONTINUARÁ
Indiana Om
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