viernes, 21 de octubre de 2011

NADAR en la NADA

  •       La meditación no debe ser una técnica en el sentido de un hacer, de generar una actividad para alcanzar un objetivo. No es producir algo. No es fabricar o construir un estado determinado. Debe ser un contacto, un re-encuentro con uno mismo. Es la “experiencia del Ser” que “somos” siempre y que no vivimos plenamente al experimentar un sentimiento de insatisfacción, de conflicto al no creernos completos o perfectos, cuando nos alejamos de este momento, del momento que vivimos.

      •          Toda experiencia será plena cuando integre los niveles de percepción y acercamiento a los fenómenos a través del cuerpo físico, el cuerpo emocional y el cuerpo mental. Si no hay predominio insano de alguno de ellos o discordia entre los tres, nuestra experiencia es, completa, congruente, real. Es decir, estamos en el AHORA de lleno. En cuanto necesitamos algo o echamos de menos otra cosa ajena a lo que se da en ese momento, estamos saliéndonos  por la tangente por el punto de la fantasía, ideación o fuga al pasado o al futuro. Y nos negamos la percepción del presente. Ahí se produce la escisión en la experiencia que nos impele a completar su plena realización a través de los tres cuerpos o niveles de percepción citados.

        En la no aceptación del momento que vives se halla la raíz del sufrimiento porque te hace sentir que necesitas otra cosa distinta a la realidad que se te muestra y recurres a la EVASIÓN hacia un tiempo inventado, ficticio, volviendo a evocaciones de eventos pasados o adelantando otros de un futuro incierto mediante ensoñaciones. Te vas del AHORA a través de tu nivel mental y viajas hacia otra experiencia no-real, fabricada, distinta al presente, excluyendo los aspectos que se te muestran y rechazas porque no te satisfacen, porque no te producen los sentimientos que tú crees que querrías que te reportaran, y anhelas otros eventos que, dices, te proporcionarán esos sentimientos que has catalogado a priori como deseables para ti.
        El asunto estriba en que no ACEPTO lo que ocurre porque creo que “ME” ocurre. No puedo disociarme de mi experiencia y me identifico plenamente con ella, y es precisamente su expresión incompleta y defectuosa la que me arrastra a buscar OTRA EXPERIENCIA  más satisfactoria. Pero no es la experiencia lo que hay que cambiar. Aun siendo ésta plena y completa, es decir aquélla en la que los 3 niveles (físico, emocional y mental) están en sintonía, debemos VER que es el punto de vista, en el sentido de DESPLAZAMIENTO de la CONCIENCIA,  lo que hay que modificar ante los fenómenos.

        Nosotros NO somos las EXPERIENCIA. Somos el MARCO que permite la misma. Hay un objeto de la experiencia, un sujeto experimentador y una experimentación. Eso es la EXPERIENCIA. Nosotros seríamos ahí la OBSERVACIÓN  de esos tres requisitos o agentes para que se den esa saboreación del evento.

        Nosotros somos el VER que vemos, no la vista, la visión o lo visto. Somos el espacio de la Conciencia que permite ser conscientes de todo.

        Por ello MEDITAR es permitir lo natural, lo SIMPLE, lo básico. La trascendencia de lo SENCILLO.  No añadir ni restar nada a lo que se produce espontáneamente. No desviar ningún rayo de luz del instante vigente. Aceptar en tu regazo familiar todo lo que acontece.

        Nos solemos aquietar en el nivel físico para permitir que todo se exprese nítidamente: las sensaciones, las emociones, los pensamientos… Nos concedemos SENTIR de una manera clara y des-nuda. Sin-cera. Des-carada. No manipulamos nada. Ni siquiera la respiración al percatarnos de ella. También está ahí. Su vaivén rítmico irá adquiriendo diferentes registros en acorde a los diferentes paisajes experienciales, que al ser cada vez más plenos y claros, se acercarán a la armonía y perfección de todos los elementos de eso que llamamos MOMENTO PRESENTE o AHORA.


        La libertad en todo esto consiste en no manipular, retener o intentar poseer o rechazar nada. La respiración adoptará sus propias cadencias nutriendo al sistema del combustible adecuado a la experiencia en cada instante. Ni más, ni menos. Lo justo, lo preciso. Con exactitud misteriosa. No necesita de tu concurso. Al contrario, cuanto menos te inmiscuyas, más cerca estás de la vida.





        La meditación no es aplicar un método. Es soltar todos los sistemas y aprendizajes en un punto de desprendimiento y lucidez. Es ese no-hacer tan descaradamente insoportable para una mente desquiciada y ansiosa que todo lo quiere gobernar.

        La meditación no es un estado a conquistar. No entras ni sales en ella, ni más ni menos, porque la meditación es lo que eres. Una condición de sincera y espontánea PLENITUD. Plenitud y certeza.
        Certeza de ser. Del SER. De lo último a la vez que lo primero.
        Es tan básico como mentalmente inaccesible. Se trata de quietud en la superficie para apreciar la PAZ interior. De desconectar las imágenes proyectadas a través de las ventanas sensoriales, para vislumbrar la pantalla de la conciencia. De vaciarte para gozar del espacio holgado y cálido per-se.

        Nada que hacer y sin embargo todo ocurriendo por sí mismo. Regresando al origen. Desandando el camino de la consciencia. Invirtiendo la irradiación de una luz que se reasume en su fuente.
        Y es en ese instante, en el que todo desaparece, cuando eres más tú que nunca. Es así de sencillo y paradójico: la extinción de la experiencia hace que brilles con luz propia aflorando desde lo eterno. Lo inefable, manifiesto.

        Indiana Om
        © Todos los derechos reservados

        2 comentarios:

        1. Me gusta mucho la relfexion sobre la meditación de este post.

          Besos

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        2. El estado de meditación lo traemos de fábrica, solo nos lo des-programaron a través de ruido y miedo...seamos valientes, tapemos nuestras orejas y escuchemos con el oído del corazón..
          Maite

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