Con la cara pegada a la luna del autobús, una chica –casi una niña- atraviesa su propio reflejo para sondear en la noche el oscuro paisaje, buscando una respuesta. Pasada la hora bruja, traqueteada por el vaivén del viaje, Eva deja escapar una lágrima al fin. Es la vuelta a casa después de varios años persiguiendo, en contra de los prejuicios paternos, un sueño. Ella nació para bailar, había defendido un millar de veces, y tras ello abandonó su hogar, allá, en la vieja aldea porteña, a la que ahora regresa derrotada.
"Andrew Atroshenko" |
Ella sabe que cada año que pasa en el universo de la danza clásica, es una eternidad robada al tiempo. Un trabajo de tal intensidad en sostenida lucha abierta contra la edad, que hace envejecer cada una de tus articulaciones, cada fibra de tus muy trabajados músculos, en el calendario de las oportunidades.
Millones de plié, de arcos y extensiones de columna, incontables pasos sobre las puntillas de sus encallecidos pies. Horas y horas de repetición y ensayo. Más comidas obviadas de las que hubiera querido. La palabra capricho borrada de su dieta. Estirar y estirar hasta lo imposible su cuerpo. Noches cortas mirando de reojo el despertador. Madrugones inhóspitos zarandeada en el metro, chocando con los bultos adormecidos colgados de la barra. Carreras, prisas y esperas en largas escaleras. Y añoranzas. Añoranza de un hogar donde todo era cálido y acogedor, o al menos familiar, conocido, previsible, sustituido por el anonimato, a veces un tanto cruel, de la gran urbe. Morriña del romance que hunde sus raíces casi en la mismísima infancia, y que ya no supo esperarla más, ausentándose.
"William Whitake" |
Un precio tal vez demasiado alto para una triste contienda desarrollada en apenas cuatro frases, que siguen torturándole el ánimo que arrastra consigo, como un cadáver, en ese autocar de línea, el mismo que la sacó de su terruño para emprender la gran aventura capitalina.
Creyó regresar algún día, puntualmente, y de visita, adornada con la fama y la autosuficiencia, con el triunfo sobrepuesto a todas las contrariedades. Y sin embargo…
Sus aspiraciones se le escurren a la misma velocidad que esa lágrima que al fin resbala por su demacrada mejilla. Una estrella fugaz agoniza allá, en lo insondable de esa noche insoportable, la noche más temida de todos esos tiempos –casi toda su vida- de esfuerzos que han velado sus sueños.
Una niña, empujada demasiado pronto a ser mujer, consuma su retorno hacia un pasado que creyó ya desterrado en las hojas de un arrugado diario.
El bus se detiene en un arcén de pedruscos y hierbas. Las lomas suaves le saludan, las sombras la acogen. Allá abajo, donde la carretera agoniza en un camino de tierra que serpentea resbalando, destellan mortecinas las cadavéricas luces de antaño, las luminarias de la aldea que la vio nacer, tal vez demasiado pronto, en un mundo en exceso exigente.
Apenas un kilómetro, casi mil metros existenciales, le separan de lo de siempre. Un universo de lloviznas persistentes sobre calles apenas empedradas, grises, tristes –demasiado- en los inviernos pizarrosos de antes. Un mundo de paredes desgarradas, como las solitarias almas de sus habitantes. De vacas que cabecean pesadamente resignadas, azuzadas secamente por una vara, mientras avanzan penosas por los estrechos desfiladeros de las casas. Una atmósfera de perros aullando en la noche que sobreviene siempre pronto, demasiado pronto, entre montañas y acantilados, que contienen un mar que invita a soñar con otro lugar y condición.
La niña que partió, como la mirada que se perdía desde el ventanuco de su cuarto, en una madrugada de verano, ya está aquí, cercenada por la mordedura del primer fracaso.
Entregó su vida a una meta y sintió que la perdió en algún recodo de la ruta.
Una figura famélica, tan desgarbada como triste, permanece clavada con una maleta escueta, en la encrucijada de rutas y caminos. Se diría indecisa, precisamente ella, que supo moverse como pocas en los espacios holgados de los escenarios que holló con sus pies y cuerpo. Lentamente, como poseída, alza la cabeza quebrando su cuello hacia atrás para contemplar la bóveda de azabache atravesada por mil alfileres perlados de luceros, que le emiten guiños de complicidad. La misma que empujó sus pasos contra viento y mareos generacionales, antaño. Como esperando una señal, se aquietó sin prisa ni rumbo, allí mismo, tal cual había descendido su cuerpo viajero del autocar. De nuevo, una estrella fugaz se derramó hacia el norte alumbrando al fin la ruta. Y con pasos elegantes, que acarician los suelos de la madre tierra, como sin querer pisar, la cenicienta se encamina al mar.
Sentada en la playa más solitaria que imaginarse pueda, observada por incontables ojos que brillan desde los planos supramundanos, la princesa desterrada en la cuna de sus propios dominios, contempla la negrura que la rodea desde todas las dimensiones. Deja en paz su respiración y desahoga su pensamiento. Otra voz resuena en su interior. Esta vez sin violencia ni interrupción. Es como una invitación serena hacia sí misma.
"Andrew Atroshenko" |
La madrugada de repente se vistió de estío, de sueño de una noche de verano.
La bóveda celeste espectacularmente oscura, insondablemente misteriosa, cosida en sus postrimerías al mar por un horizonte que se pierde, y abre sus fronteras a un ejército de estrellas, que invade el espacio por doquier, pareció más cercana esa noche, en ese mismo instante en el que, con los ojos muy abiertos, para no soñar más, la mirada abrazó el espacio todo.
Todas las pupilas se reunieron. Todas las miradas se reflejaron en ese instante. Una lluvia titilante de polvo dorado pareció deslizarse desde los éteres. La muchacha, absorta y resuelta, ahora cada vez más, contó olas en esa playa olvidada de todos los mapas. Acompasó su corazón con el pálpito de la naturaleza. La respiración comulgó con el vacío, se columpió en los espacios amables que atrajo hacia sí, como en un sortilegio. Todo vibró. Vibró como esa inagotable luz fría que la contempla desde galaxias remotas, desde confines sin fin ni propósito. Todo bailó. Giró al compás de los mundos que se desenvuelven flotando ingrávidos en los espacios siderales. Espirales inmensas rotaron fotograma a fotograma, pesadamente, arrastrando sus infinitos contenidos en su movimiento. Los cuerpos celestes más próximos se estremecieron en improvisada sinfonía, y la danza cósmica arrancó para la bailarina aposentada en el palco de arena de esa playa escondida a la razón. Tchaikovski susurró desde el más allá.
Eva, apenas Eva, desnuda de Eva, se alza majestuosamente, irguiendo su espíritu al compás de la vertical de su espalda, señalando a lo más alto, aspirando a lo inasible. Una mano mágica y poderosa la había depositado allí, muy cerca de sí, participando de un embrujo divino.
Rebusca en su zarandeada maleta, que había abandonado en algún punto del escenario. Saca sus mallas, sus bailarinas y el tutú. Los sostiene eternamente en sus manos. Luego alza de nuevo su mirada a las alturas. Las candilejas lejanas aprueban su decisión.
"Steven Daluz" |
"Scott Mattli" |
“Ve con las estrellas”.
Dicen que al alba, un anciano pescador alzó a su barquichuela, enredada en la red, una figura de cristal. Parecía esculpida en sal porque, al llevarla a la playa más cercana, refulgió con las luces del amanecer en todas las direcciones del espacio. Su brillo era tal que tuvo que echar mano de unas vestimentas de tul que encontró tiradas muy cerca de donde estaba, y envolverla en ellas para no quedar ciego.
También dicen que, una vez arropada con las gasas y el tutú, que parecían hechos a su medida, ya no pudo nadie mover la figura de allí, que quedó como clavada en ese lugar, indisolublemente encajada en ese marco abierto. Como un templo con el cielo por techumbre.
FIN
Indiana Om
© Todos los derechos reservados
Escribes de manera exquisita, me encantaron las palabras del lama, ella realmente era mas que un proyecto de vida...el final es como pararse a aplaudir (no exagero), gracias por compartir, precioso!
ResponderEliminarbesos,
Eternauta.. nada para, absolutamente nada..
ResponderEliminartodo. continua, se mueve, nos recorre, nos invade,nos deja, nos vuelve a tomar..
y en definitiva nos lleva..
Un beso
Un hermoso y relato que merece ser leído con atención y sin intención alguna, sólo la de estremecerse ante la delicadeza de su propio y personal contenido.
ResponderEliminarEs como un cuadro pintado en la pared de la mañana, cuando el mundo bosteza sus caminos para sobrevolar la vida.
La enamorada del espacio y su cielo.
ResponderEliminarHabrá para todos un cielo?
Un placer en esta tarde, Indiana Om.
Saludos.
Maravilloso relato, me quedo con
ResponderEliminaresta máxima:
“Ve con las estrellas, mi tierna Dakini, pero no renuncies nunca, por nada ni nadie, a ti"
Ser siempre uno mismo en la esencia.
Un gran abrazo
CUANTO ME HA GUSTADO!!!!!.
ResponderEliminarBesos Indy.
¿Por dónde comenzar? ¿Comenzar por agradecer la maravilla compartida, o por declararse absorto ante tanta belleza?
ResponderEliminarLa sabiduría del Lama que finalmente comprendió la niña-mujer, cuando se hizo una con la danza.
¿Qué más puedo decir? Excelente, conmovedor, profundo, intenso.
Un beso grande
¿Qué puedo decir yo?
ResponderEliminarMuchas gracias.
Ser uno con la Vida, expresar en estado puro a ésta a través de nuestros potenciales.
Más allá de la técnica siempre estará el alma planeando sobre nuestro escenario de la existencia, susurrándonos ecos que la delatan.
Permitir que la vida se exprese a través de nosotros.
Indy.
Como siempre, tan profundos son tus pensamientos, como hermosas tus palabras ... especialmente cuando describes las estrellas, o la luz de las estrellas, casi sin nombrarlas.
ResponderEliminarIncreible historia y con qué sensibilidad la cuentas, me ha enganchado desde el principio.
ResponderEliminarQué grande es tener una meta, un sueño por el que luchar y vivir y no renunciar a él, pues forma parte de uno mismo.
Me ha encantado tu relato, precioso.
Gracias por compartirlo.
Un beso
cielos!
ResponderEliminarpense en la película del cinsne negro, pero creo que hay muchas chicas-casi niñas (espero no muchas) que vuelvan derrotadas de perseguir su sueño.
Bien desarrollado post.
saludos
Delicadeza, como una caricia, como un soplo de aire en la nuca...
ResponderEliminarme gustó el final y esa frase tan hermosa del lama
has movido emociones en mi, ne ha encantado
Besos
No he visto la peli de Cisne Negro, queda pendiente... Soy un Degas, un admirador de la belleza, un enamorado de la danza, del espacio y de todos los que tenéis a bien leerme.
ResponderEliminarGracias, gracias...
INDY.
De una belleza impactante, entrega, vida, sueños.
ResponderEliminarSer...
Gracias por tu pluma
Abrazos
De una belleza impactante, entrega, vida, sueños.
ResponderEliminarSer...
Gracias por tu pluma
Abrazos
Sinceramente, un texto lleno de intensidad, de bello dramatismo, de pasión contenida, obra sin duda de una persona llena de sensibilidad.
ResponderEliminar¡Enhorabuena!
Hola,
ResponderEliminarEs una preciosidad de relato, de enseñanza y sabiduría.
Me ha encantado.
Besotes.
Me has emocionado Indiana Om, es como una danza del amanecer, cuando el sol sonríe sobre el mar y te dice lo maravilloso que es ser y estar en cualquier playa escuchando la música del tiempo o sencillamente habitando el instante. Las olas repiten palabras, las palabras crean olas... La técnica falla, pero Eva no renuncia a sí misma. Bellísimo.
ResponderEliminarVolveré a leerlo. Un fuerte abrazo.
Es hermoso de principio a fin.
ResponderEliminarLa bailarina, la metáfora del camino iniciático. Qué dulce, qué bonito.
Aplausos y ovaciones. También, besos y abrazos.
Indiana Om,(mj)gracias por tu visita a mi blog,por algo llegaste,sin duda.
ResponderEliminarAhora lo veo claro...por algo llegaste...
Tu relato es camino,constancia,lucha,paciencia y sobre todo SER...sentir con intensidad la vida y dar lo mejor de uno mismo,como tú haces en tus letras,amigo.
Mi gratitud por tu generosidad y mi felicitación por tu grandeza interior.
Mi abrazo inmenso y feliz jueves,mj.
M.Jesús
No renuncies nunca, por nada ni nadie a ti.
ResponderEliminarUf... me ha gustado mucho, gracias.
Abrazo. Jabo
que belleza de escrito, que sensibilidad, creo que la danza es como el amor, exige todo y a veces nos deja con los brazos vacios, saludos Indiana Om
ResponderEliminarTiene el espíritu de la saga y la mítica. Esta niña que se hace legendaria, bailarina al natural. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarCómo me gusta la inspiración en el viaje y esa metáfora de arranque en la que el reflejo exterior te lleva hacia dentro.
ResponderEliminarHola, mj. Tengo dudas si Indiana Om eres tú o no, a pesar de que firma Indiana Om; por una razón: entré en el blog de Indiana Om gracias a algún comentario que hay aquí en esta entrada, y me sale: MI BLOG: ETERNAUTA. ¿Podrías aclarármelo?
ResponderEliminarDe todos modos, seas tú o no, tengo que aplaudir este gran relato que nos ofreces.
Dakini, persiguiendo su sueño, el baile y desengañándose luego, convirtiéndose en prisionera de su propio laberinto mental tras una vida de esfuerzo, de constancia, quedando sumergida en el desencanto por una ilusión truncada, por la impotencia que la hizo dudar de su propia valía. Pero ahí estaba esperando ese milagro, el gran Lama, descubriéndole el horizonte, una luz en su interior que la redime, volviendo a ser ella misma, la gran Eva, la gran Dakini, sin temores y con la mirada siempre hacia adelante, segura de si misma.
Un fuerte abrazo mj
FINA
Hola Fina, gracias por preguntar tan amablemente.
ResponderEliminarIndiana Om es colaborador en este espacio del "Eternauta", por eso mucho de lo aquí publicado lo firma él.
Abajo, al final de las entradas, encontrarás una reseña, un resumen, una idicación que te situará más en el centro de la persona que firma con el nombre de Indiana Om.
Espero que te aclare las dudas y te sitúe un poco más en la dinámica del blog.
Muchísimas gracias por la visita y comentario, has sigo muy generosa y eso es de valorar.
Un abrazo inmenso, de corazón.
Fina, un besito indiano.
ResponderEliminarSeguiremos en contacto.
Mj es mi jefa y yo soy un solícito adjunto.
Un besito a las dos.
INDY.
Gracias Indiano Om, por tu aclaración.
ResponderEliminarComo suena eso de "mi jefa" ¿ehhhhh?
Un abrazo.
FINA
y a tí, gracias mj, por aclararme las dudas que tenía.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo desde Barcelona
FINA
Fina, es mi jefa, al menos yo la defino así, porque es una de las personas más competentes que conozco.
ResponderEliminarbesiños.
INDY
¡Pero qué exageraó que eres Indy! ¡por dios! ¡Que tu jefa ya sabes muy bien quien es! jaja...
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