¡Que todo pare!
Que el tiempo se detenga.
Que dejen de girar los mundos.
Que se calle el sol y no vele la luna.
Que los comienzos no empiecen.
Que los finales no se rematen.
Que mueran todos los nacidos.
Que nazcan todos los vacíos.
Que se disuelvan en las arenas fugaces
del último confín del universo
todas las olas fugitivas.
Que se congelen los vientos.
Que los cantos de la postrera gaviota
agonicen en los espacios remotos
del final del horizonte.
Que se extinga el amor y el dolor.
Que perezca la pereza y el esfuerzo.
Que no sea más yo.
Que no haya otro que tú.
Del poemario: "El espejo se mira en mí"
Indiana Om
La noche es larga para el insomne como lo es el día para quien se siente afligido porque el reloj de los sentimientos no se ajusta a las medidas establecidas.
ResponderEliminarYo hago una pregunta tonta ¿Y todas esas desgracias que se piden en el poema, para qué sirven? ¿Arreglan el sufrimiento de alguien? ¿Hacen de este mundo un lugar mejor? La verdad, puede ser que yo no entienda el mensajes que parece tan sencillo, a simple vista. Perdón porque mi lógica se rompe con esa lectura.
Queridísima Franziska, me alegra leerte y sentirte de nuevo por aquí. Mira, estos poemas (me da pudor llamarlos así incluso) son mi sancta sanctorum de cada día, mi espacio íntimo, mi respiración libre y, como tal, salen como suenan, sin demasiados retoques y explicarlos me queda un poco como una concesión a la lógica que tan supervalorada está, pero tú te mereces eso y más y te explicaré que no pinto ninguna desgracia en los versos, trato de expresar la "muerte" o extinción de eso que se llama ego en términos de meditación. Morir un nacido quiere decir que los que se admitan en el tiempo tiene que cargar con un principio y un final, con una historia personal que defender. El resto sólo nombra polaridades de los fenómenos de la manifestación tal y como nos la representamos.
ResponderEliminarUn beso enorme y gracias por tu inquietud e interés.
Indy